Tras una excelente acogida a nivel de críticas, llega a nuestras carteleras la última película de Daniel Monzón, distribuida por Paramount y producida, en parte, por Telecinco Cinema. Este último detalle implica que, lamentablemente, antes de comenzar el film en cuestión, al sufrido espectador le tocará presenciar los horrores que trae consigo el inenarrable trailer del futuro bodrio (y espero equivocarme, de todo corazón) "Spanish Movie", otra producción de Telecinco Cinema que, con toda probabilidad y desgraciadamente, recibirá mucha más cobertura publicitaria y mediática que el largometraje en que se basa la crítica.
Pero volvamos al tema: "Celda 211" se erige desde este momento, y salvo sorpresas de última hora, como la mejor película española estrenada en 2009, y como una clara demostración de talento por parte de Daniel Monzón, cuya capacidad y madurez parecen haber aumentado notablemente desde su última obra, la mediocre "La caja Kovak" (2007). En conjunto, esta película se podría resumir como una pesadilla en toda regla: desde el primer plano (entiéndase como primera secuencia del film, al margen de la interminable sucesión de productoras, subvenciones y colaboraciones que inundan la pantalla antes de que dé comienzo la acción) hasta el último, el espectador se verá puesto a prueba moralmente (en tanto que se le plantearán dilemas éticos de toda clase, bajo una simple y rotunda premisa: ¿Hasta dónde llegarías por sobrevivir?) a lo largo de todo el metraje, hasta llegar a un desenlace crudo, anticlimático, anticonvencional y desde luego, nada complaciente: tal como mandan los cánones, un final lógico pero inesperado.
Mas, antes de llegar a dicho desenlace, habremos de pasar por una serie de situaciones extremadamente tensas, rodadas con pulso de hierro por Monzón (quien consiga citarme algún momento del film en que la trama se haga pesada recibirá una medalla de honor), con una estupenda fotografía de Carles Gusi (habitual colaborador de Monzón, quien en esta ocasión ha preferido contar con el formato digital de alta definición Red One, consiguiendo así una textura perfecta), un trepidante montaje, una ambientación que, de puro verosímil, nos sumerge de lleno en la acción, casi haciéndonos creer que estamos viendo un documental (y aquí es donde cabe comentar que se usó una prisión real como localización, e incluso se contrató a presos para ejercer de extras y de secundarios, con el fin de aumentar el realismo), e interpretaciones de bandera por parte de todo el reparto (por ejemplo, un magnífico protagonista interpretado por el debutante Alberto Ammann, un poco estimable oficial a cargo del siempre solvente Antonio Resines, pasando por un drogadicto extremadamente desagradable interpretado por un irreconocible Luis Zahera, entre muchos otros).
Hablando de interpretaciones: ahí es donde entra la pieza clave de este rompecabezas. Evidentemente, me refiero a Luis Tosar. No voy a hablar de su personaje, Malamadre; me limitaré a decir que la cinta, si no ya por su gran calidad cinematográfica, es de visionado semiobligado para cualquier cinéfilo que se precie y directamente obligado para estudiantes de interpretación solo por el recital que ofrece Tosar. No miento ni exagero si digo que, si la Academia es justa, ganará sin complicación alguna el Premio Goya al Mejor Actor de Reparto. Lo que Tosar ha conseguido con esta película es, salvando las distancias, comparable a lo que logró el finado Heath Ledger con su inolvidable Joker en 2008: que el actor desaparezca por completo, hacerse completamente mimético, totalmente irreconocible, dejando únicamente a un personaje.
Dicho esto, huelga añadir que nada de esto serviría de contar la película con un guión pobre o mediocre. Afortunadamente, no es este el caso: el libreto, escrito a medias por Monzón y Jorge Guerricaechevarría (habitual colaborador de este cineasta y también de Álex de la Iglesia), es sólido como el granito, con la cantidad adecuada de giros narrativos, dosificados con precisión milimétrica.
En resumen, un film extremadamente recomendable, ampliamente la mejor película española del año, y, quizás, una de las mejores cintas de este previsible y poco fructuoso 2009.
Valoración: 9/10
LO MEJOR: Leed la crítica
LO PEOR: La escasa presencia del personaje de Marta Etrura, y que no se saque más provecho al personaje de Luis Zahera; que el compositor Roque Baños haya tenido poco margen en esta ocasión para regalarnos otra gran banda sonora de las suyas.
Pero volvamos al tema: "Celda 211" se erige desde este momento, y salvo sorpresas de última hora, como la mejor película española estrenada en 2009, y como una clara demostración de talento por parte de Daniel Monzón, cuya capacidad y madurez parecen haber aumentado notablemente desde su última obra, la mediocre "La caja Kovak" (2007). En conjunto, esta película se podría resumir como una pesadilla en toda regla: desde el primer plano (entiéndase como primera secuencia del film, al margen de la interminable sucesión de productoras, subvenciones y colaboraciones que inundan la pantalla antes de que dé comienzo la acción) hasta el último, el espectador se verá puesto a prueba moralmente (en tanto que se le plantearán dilemas éticos de toda clase, bajo una simple y rotunda premisa: ¿Hasta dónde llegarías por sobrevivir?) a lo largo de todo el metraje, hasta llegar a un desenlace crudo, anticlimático, anticonvencional y desde luego, nada complaciente: tal como mandan los cánones, un final lógico pero inesperado.
Mas, antes de llegar a dicho desenlace, habremos de pasar por una serie de situaciones extremadamente tensas, rodadas con pulso de hierro por Monzón (quien consiga citarme algún momento del film en que la trama se haga pesada recibirá una medalla de honor), con una estupenda fotografía de Carles Gusi (habitual colaborador de Monzón, quien en esta ocasión ha preferido contar con el formato digital de alta definición Red One, consiguiendo así una textura perfecta), un trepidante montaje, una ambientación que, de puro verosímil, nos sumerge de lleno en la acción, casi haciéndonos creer que estamos viendo un documental (y aquí es donde cabe comentar que se usó una prisión real como localización, e incluso se contrató a presos para ejercer de extras y de secundarios, con el fin de aumentar el realismo), e interpretaciones de bandera por parte de todo el reparto (por ejemplo, un magnífico protagonista interpretado por el debutante Alberto Ammann, un poco estimable oficial a cargo del siempre solvente Antonio Resines, pasando por un drogadicto extremadamente desagradable interpretado por un irreconocible Luis Zahera, entre muchos otros).
Hablando de interpretaciones: ahí es donde entra la pieza clave de este rompecabezas. Evidentemente, me refiero a Luis Tosar. No voy a hablar de su personaje, Malamadre; me limitaré a decir que la cinta, si no ya por su gran calidad cinematográfica, es de visionado semiobligado para cualquier cinéfilo que se precie y directamente obligado para estudiantes de interpretación solo por el recital que ofrece Tosar. No miento ni exagero si digo que, si la Academia es justa, ganará sin complicación alguna el Premio Goya al Mejor Actor de Reparto. Lo que Tosar ha conseguido con esta película es, salvando las distancias, comparable a lo que logró el finado Heath Ledger con su inolvidable Joker en 2008: que el actor desaparezca por completo, hacerse completamente mimético, totalmente irreconocible, dejando únicamente a un personaje.
Dicho esto, huelga añadir que nada de esto serviría de contar la película con un guión pobre o mediocre. Afortunadamente, no es este el caso: el libreto, escrito a medias por Monzón y Jorge Guerricaechevarría (habitual colaborador de este cineasta y también de Álex de la Iglesia), es sólido como el granito, con la cantidad adecuada de giros narrativos, dosificados con precisión milimétrica.
En resumen, un film extremadamente recomendable, ampliamente la mejor película española del año, y, quizás, una de las mejores cintas de este previsible y poco fructuoso 2009.
Valoración: 9/10
LO MEJOR: Leed la crítica
LO PEOR: La escasa presencia del personaje de Marta Etrura, y que no se saque más provecho al personaje de Luis Zahera; que el compositor Roque Baños haya tenido poco margen en esta ocasión para regalarnos otra gran banda sonora de las suyas.
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