Ah, dirigir cine... Ese oficio tan apasionante como frustrante. Sin embargo, el resultado siempre vale las dosis de sangre, sudor y esfuerzo que conlleva sacar adelante un film, independientemente de su duración y/o de sus recursos de producción.
Personalmente, uno de los mayores placeres que me da hacer cine es el de trabajar con actores. Siendo yo mismo (o al menos, eso se intenta) también actor, considero que nunca se tiene la suficiente delicadeza a la hora de dirigir al reparto que da vida a lo que está plasmado en el guión.
Y es que un buen reparto es capaz tanto de representar exactamente lo que has escrito (incluso sin ser conscientes de ello) como de aportar nuevos matices y enriquecer muchísimo tu creación.
¡Esto fue precisamente lo que ocurrió en las dos últimas jornadas de rodaje del cortometraje "Dejando Huella (Leaving Traces)"! Por un lado, tuve el inmenso placer de conocer y de trabajar con Nancy Laffita, una actriz que, aún teniendo relativamente poca experiencia en el medio, logró emocionar a todo el equipo con una interpretación fresca, sentida y muy humana.
Su trato amistoso (casi rozando la maternalidad) y su esfuerzo reforzaron totalmente mi idea de que ser un buen actor o una buena actriz no es algo que surja a través de la formación, si no gracias a una gran calidad humana, a un sentido de la responsabilidad hacia cada trabajo al que das vida y, sobre todo, a no ponerte límites sobre lo que puedes y lo que no puedes hacer, si no simplemente dejarte llevar, poner tu cuerpo y tus emociones al servicio de la historia y sobre todo jugar.
Por otro lado, volvimos a contar con Alí Hamidou para rodar unas escenas directamente relacionadas con las secuencias de Nancy Laffita. En esta sesión de rodaje, pude trabajar con mucha más calma y detallismo de lo habitual gracias a un horario muy flexible. Esto me permitió implicar mucho más a Alí en la creación de su acting, cuidar todos los detalles al máximo (desde la iluminación hasta los encuadres pasando por el maquillaje) y, lo que es mejor, ofrecer a Alí la posibilidad de supervisar su propio trabajo durante el rodaje.
Cada actor/actriz es un mundo, y cuando se trabaja con alguien tan perfeccionista es importante dejar el ego de director a un lado y aprender de la mano de esa persona. A fin de cuentas, así es como se mejora la relación director/actor, y se permite al intérprete que, supervisando su propio trabajo, aporte nuevos detalles, corrija aspectos de los que solamente él puede darse cuenta y se sienta más tranquilo con su labor.
Aunque gestionar el aspecto de producción de este cortometraje está siendo una pesadilla (una pesadilla compartida, por suerte, con un gran equipo de producción al que le estoy inmensamente agradecido), todo cobra sentido cuando veo la calidad del material rodado y cuando me paro a pensar en el gran trabajo de todo el equipo técnico y artístico. ¡Ahora nos queda concluir el rodaje, y lo haremos a lo grande!