Sobre la película me limitaré a dar cuatro pinceladas: se trata, contrariamente al megacoñazo hiperpresupuestado y telefilmesco que era "El Código DaVinci", un thriller más que decente, con una factura técnica y un magnífico diseño de producción (prueba de ello es esta anécdota: gente que ha visitado la iglesia de Santa Maria della Vittoria creyó que la que aparece en la película es la misma que visitaron, ignorando el hecho de que el Vaticano prohibió al equipo rodar en varias localizaciones, entre las cuales figuraba dicha iglesia). Con un reparto mucho más ajustado (pese a que Ron Howard sigue sin saber dónde colocar a las mujeres en las aventuras de Robert Langdon, desaprovechando completamente el personaje de Vittoria Vetra) y un ritmo narrativo más preciso, estas peripecias nos interesan mucho más que las anteriores por el incremento de tensión que traen con ellas (no en vano, al contrario que en "El Código..." donde lo más que se hallaba en juego era limpiar el nombre de Langdon, en esta cinta el Vaticano entero corre el peligro de ser destruido, y no son pocas las bajas que se producen durante el relato) y una duración mucho más apropiada que en la anterior entrega (pasamos de dos horas y media de puro tedio a dos horas de pura tensión, ¡bien hecho, Mr. Howard!). Incluso se permite giros de guión que a más de uno pueden sorprender y/o descolocar; ¡rayos, si hasta Tom Hanks parece estar despierto mientras recita sus frases!
Pero no todo son buenas noticias: mientras que casi todo se ha mejorado en esta nueva entrega, la banda sonora, sin duda alguna, resulta poco menos que mediocre si la comparamos con el prodigioso trabajo que Hans Zimmer realizó en 2006 para "The DaVinci Code" (lo mejor de ese soporífero telefilm, sin duda). Mientras que en la primera entrega, Zimmer se desmarcaba completamente de su (habitualmente) machacón estilo, ofreciéndonos un festín de sonidos elegíacos con motivo religioso (cómo no), en esta ocasión, el autor de scores como "Gladiator", "The Rock" o "The Prince Of Egypt", respaldado por Atli Orvarsson, se muestra apático y repetitivo, no solo repitiendo leit motivs presentes en "The DaVinci Code" de forma recurrente, si no rellenando la partitura de sonidos meramente ambientales que adornando la película funcionan a la perfección, pero en una escucha aislada pueden provocar hastío.
1. "I60 BPM" (06:42): El disco comienza con un tema de loable inicio (coros y campanitas unidos al sintetizador que crea un ritmo trepidante), pero que se torna machacón e intrascendente enseguida, haciéndose pesado en una escucha aislada. Curiosamente, este tema no aparece hasta la primera media hora de metraje, y gran parte del mismo ha sido recortado para ajustarse a una escena de apenas dos minutos de duración.
2. "God Particle" (05:20): Este tema representa (al menos en su parte inicial) el comienzo, cronológicamente hablando, de la película, puesto que su primer minuto es el tema que suena mientras vemos los logos de las productoras. Ese primer minuto comienza con una variante del tema "Chevaliers de Sangreal" para derivar en un nuevo tema, más oscuro, asociado a los Illuminatti. A partir de ese punto, deriva en un tema meramente ambiental ciertamente cansino, cuya única función es reforzar la tensión de las imágenes.
3. "Air" (09:09): Es, en mi opinión, uno de los temas que más aportan a la obra de Zimmer. Se trata de un trepidante seguimiento a los protagonistas mientras intentan rescatar al segundo cardenal Preferiti (candidato a ser elegido como Papa después de la muerte del anterior) de una muerte segura. No solo es un tema magníficamente orquestrado con un ritmo impecable, si no que, una vez vista la cinta, gana mucho en escuchas aisladas posteriores.
4. "Fire" (06:52): Aquí se nos muestra a un Zimmer muy machacón y vacuo, resultando este tema una simplona unión entre sintetizador y coros (con ocasionales apariciones de campanas) que se extiende ad nauseam. No resulta fácil aguantar una escucha entera de esta pista sin acabar saltando algún fragmento.
5. "Black Smoke" (05:45): Un corte meramente ambiental que, sin embargo, resulta bastante comedido y soportable. Simplemente se trata de ritmos fusionados (en gran medida, percusión fusionada con sintetizador) con el fin de reflejar tensión y trepidancia.
6. "Science Vs. Religion" (12:27): De lejos, el mejor tema de la banda sonora, no solo por su aportación al universo musical de Robert Langdon (puesto que no repite ningun leit motiv previamente visto), si no por lo hermoso que resulta. Curiosamente, este corte acompaña a uno de los momentos de mayor tensión e incertidumbre de la cinta (y uno de los más poderosos, en términos visuales y de efectos especiales), pero, en lugar de traducirse en otro repetitivo y anodino corte de acción, el espectacular dominio del violín de Joshua Bell se apodera de la pista, regalándonos una preciosa melodía celestial, únicamente lastrada por cierto abuso de sonidos metálicos en ciertas (y contadas, por suerte) ocasiones.
7. "Immolation" (03:39): Poco original. Esa es la expresión que mejor define esta pista, demasiado deudora del corte "Watch the world burn" de la banda sonora de "The Dark Knight". Aún así, dentro de la cinta acompaña considerablemente bien a un acontecimiento dramático, con lo cual, se perdona su total carencia de creatividad por su correcta unión con las imágenes. Un poco más de imaginación la próxima vez, Hans.
08. "Election by adoration" (02:12): De nuevo, el violín de Joshua Bell se hace dueño y señor de un tema realmente hermoso. Resulta todo un descanso, después del festival orgiástico de sonidos machacantes que ha sido la banda sonora, escuchar verdadera música.
09. "503" (02:14): Este corte supone el reencuentro de quien escucha con el brillante tema "Chevaliers du Sangreal", solo que introduciendo un órgano de iglesia al conjunto. Cero originalidad, diez en musicalidad.
En resumen, una banda sonora que no pasa de mero refrito con anabolizantes de "The DaVinci Code", y que casi en su totalidad suena trillada, machacona y poco fresca, pero no se le puede negar cierto ritmo, y algunas de sus pistas son poco menos que brillantes -en gran parte, porque partían de un extraordinario precedente y referente-.
Valoración global: 5,5/10
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