Laura Cailà Puig, más conocida por el nombre artístico de Laura Noah, es una polifacética y muy talentosa cantautora y compositora de mi querida Reus. A sus 18 años ya puede decir que vive de su vocación, la música, y empieza a destacar después de una trayectoria artística que dio comienzo a muy temprana edad pero que se consolidó cuando, con 16 años, consiguió grabar su primer CD. ¡Toda una artista y una persona de lo más apropiada para dar comienzo a 'Talentos de Tarragona', una sección de entrevistas a personas talentosas de la provincia de Tarragona que espero que siga por mucho más tiempo!
David Hidalgo: Para empezar, me gustaría saber en qué momento de tu vida comenzaron tus inquietudes musicales.
Laura Noah: Bien… Empecé desde muy pequeña con la música, ya que mi madre era soprano desde toda su vida. Toda mi familia es aficionada a la música y se dedica en parte, más allá del oficio que ejercen. El caso es que estuve desde los 4 años en el Centre de Lectura de Reus, y después me pasé al Conservatori de Vila-Seca. Y había una cosa que me molestaba mucho: yo quería hacer mis propias composiciones, a los 9 años llevaba canciones que hablaban de piratas y de cosas así, y los profesores me decían “No, no, esto mejor que no lo hagas porque no es importante, tienes que tocar a Bach…”. Eso me frustraba mucho: “¿Y por qué no les gustan mis canciones?”, pensaba.
David Hidalgo: Para empezar, me gustaría saber en qué momento de tu vida comenzaron tus inquietudes musicales.
Laura Noah: Bien… Empecé desde muy pequeña con la música, ya que mi madre era soprano desde toda su vida. Toda mi familia es aficionada a la música y se dedica en parte, más allá del oficio que ejercen. El caso es que estuve desde los 4 años en el Centre de Lectura de Reus, y después me pasé al Conservatori de Vila-Seca. Y había una cosa que me molestaba mucho: yo quería hacer mis propias composiciones, a los 9 años llevaba canciones que hablaban de piratas y de cosas así, y los profesores me decían “No, no, esto mejor que no lo hagas porque no es importante, tienes que tocar a Bach…”. Eso me frustraba mucho: “¿Y por qué no les gustan mis canciones?”, pensaba.
D.H.: Pensaste es que no eran lo suficientemente buenas y que tus profesores te
estaban dando a entender eso, ¿no?
L.N.: ¡Exacto! De hecho, muchos niños piensan que lo están haciendo
mal, cuando está demostrado científicamente que durante la infancia la
capacidad creativa funciona al máximo. Por tanto, es imposible que un niño
toque mal. De cualquier forma, empecé a tomármelo más en serio a partir de los
12 años (cuando ya tenía mayor nivel), y a los 16 tuve la suerte de, con ayuda
de mis padres, poder pagar la grabación de mi primer CD en un estudio de Gran
Via, en Barcelona. El público lo acogió muy bien y recibí ofertas de
productoras musicales… Dijeron que mis canciones eran muy buenas, ¡pero yo no
lo sabía hasta ese momento!
D.H.: ¿Consideras que estas
limitaciones son producto del sistema educativo imperante en la actualidad, que
bloquea la creatividad de los niños y de los estudiantes en general?
L.N.: Totalmente. Por ejemplo, cuando estudiaba Historia, siempre
acababa relacionándolo con la historia de la música, la filosofía, la física…
Los profesores, en cambio, me decían que no, que ya me estaba yendo hacia otras
ramas de estudio, etc.
D.H.: ¿Actualmente estás
estudiando?
L.N.: Sí: en junio acabé la Selectividad, y a partir de ahí decidí
dedicarme por completo a la música. Conocí hace un año a unos chicos que están
viviendo en una casa en Begues, una zona de Garraf (Baix Llobregat,
Barcelonès). Es una casa donde cada uno alquila una habitación, y hay gente que
ha salido de todo tipo de escuelas de música, desde el ESMUC hasta el Liceu y
el Taller de Músicos de Barcelona, y están allí estudiando, dando clases a niños
y haciendo bolos. Yo tuve la suerte de conocerles y de conseguir un alquiler
muy baratito, así que renové por completo la habitación que me correspondía
para irme a vivir allí porque sabía que aprendería muchísimo.
Allí hay músicos increíbles a nivel internacional que están
haciendo giras y, bueno, es una experiencia increíble. Entonces estoy
estudiando allí con unos profesores privados: vivo con ellos, toco música con
ellos, desayuno con ellos, doy clases con ellos… Es una casa de música las 24
horas del día: incluso hacemos sesiones en directo y la gente viene a verlas.
¡Además está en medio de un bosque y es un sueño!
D.H.: ¿Y trabajas, mientras
tanto?
L.N.: Actualmente estoy haciendo una sustitución en una escuela de
Sant Just Desvern y allí me gano algo de dinero, además de dar conciertos y de
componer bandas sonoras para cine, para cortometrajes y también me están
llamando para alguna que otra película… A veces me cae algún regalo así y pagan
bastante bien.
D.H.: Por otro lado, ¿te ocupas
de la composición o también te encargas tú misma de componer y de orquestar?
L.N.: Me ocupo de las dos cosas: primero escribo la partitura
totalmente a mano, hago la composición y después la conduzco. Normalmente, lo
que he hecho ha sido con piano y voz, y lo más grande que he hecho ha sido con
un quinteto: batería, contrabajo, piano, saxo y trompeta. Dependiendo de cada
proyecto, compongo un tema de la banda sonora o bien me encargo de la
composición de una banda sonora sinfónica.
D.H.: ¡Genial! Lo cierto es que
me sorprende lo polifacética que eres.
L.N.: Es que creo que eso es muy importante, porque hay mucha gente
que puede hacer lo mismo que tú, ¡muchísima gente! Y cuantos más terrenos
domines, por más caminos podrás llegar al sitio que quieras alcanzar.
D.H.: Sinceramente, estoy
impresionado: que con 18 años hayas alcanzado tanto tiene muchísimo mérito.
Ahora, viendo tu trayectoria en perspectiva, ¿qué balance haces?
L.N.: A ver, las cosas van poco a poco y soy consciente de que aún
no me he buscado mucho la vida porque hasta ahora me he centrado en el
Bachillerato y en otras historias, pero todo lo que he recibido hasta ahora es
más positivo que negativo. ¡Eso da muchas ganas de continuar!
D.H.: ¿Consideras que has tenido
suerte al encontrar apoyos como el productor de tu primer CD?
L.N.: Sí, pero es como todo: si no pagas… Que los mecenas, ahora en
este momento, te caigan del cielo y te digan “Te pago la carrera porque confío
totalmente en ti” es muy difícil, casi imposible. ¡Por eso mismo creo que los artistas
tenemos que ayudarnos entre nosotros!
D.H.: ¿Qué te llevó a saber tan
claramente que querías dedicarte a la música? ¿Fue por iniciativa propia o
quizás tu entorno influyó algo en tu vocación?
L.N.: Al margen de lo que siempre me ha chiflado la música, me
encantaba escribir, la pintura, la
poesía… ¡Me encanta cualquier tipo de arte que no sea palpable, que sea
abstracto, que no tiene un significado limitado sino que puede ser subjetivo!
Cosas profundas, que van más allá… La música me apasiona porque es el arte más
abstracto de todos cuantos hay: la música solo existe cuando se ejecuta, antes
de ejecutarse no existe y una vez la escuchas, ya está, desaparece, y el CD
solo es el eco de lo que has escuchado, ¡pero no es la música en vivo, en
directo!
Al fin y al cabo, no es para nada lo mismo escuchar un CD que
a un músico o un cantante en directo, sacando la música de dentro de sí mismo.
Por eso me decanté por ser cantautora, aunque quiero probar diferentes cosas a
lo largo de mi vida, como escribir un libro, aunque solo sea por y para mí,
hacer proyectos de decoración, y la que es mi mayor pasión aparte de la música,
la arqueología.
D.H.: ¿En qué medida reflejan
tus canciones tu yo interno? ¿Tienes temas recurrentes de los que sueles hablar
o tus canciones son variables, en ese sentido?
L.N.: Va por épocas: puedo leer un libro acerca del viaje que hace
un hombre para encontrarse a sí mismo, y de allí sale una canción, o voy en
tren y veo a una chica comiéndose una cereza, y entonces hablo sobre la belleza
femenina. Después están las experiencias personales, pero lo curioso es que
muchas veces he escrito sobre cosas que no me han pasado a mí. Sin embargo,
cuando sí he escrito una canción sobre cosas que viví en mi propia piel, la
reacción del público ha sido mucho más intensa, ya sea por cómo lo proyectas o
por lo que transmites, por las vibraciones o como lo quieras llamar.
D.H.: ¿Podrías explicar en qué
consisten tus métodos de trabajo para componer?
L.N.: Sí: me siento delante del piano, comienzo a tocar cualquier
cosa, y de allí surgen palabras que
escribo en un folio. Poco a poco, las palabras y la melodía van entrelazándose
y una canción coge forma. Pero después, cuando la toco o cuando escucho a
alguien cantarla, pienso que no soy consciente de haber hecho la canción, es
como si se me borrase la memoria y ya apareciese en mi conciencia con la
canción acabada. Ya no la siento como mía, no sé cómo explicarlo.
D.H.: Esta idea me parece muy
interesante, el proceso de creación de una obra que, una vez acabada, ya no se
recuerda o percibe con tanta claridad.
L.N.: Piensa que, como se trata de algo tan instintivo como la
creación artística, está comprobado científicamente que cuando estás en un
periodo de máxima inspiración las frecuencias de conciencia van mucho más
lentas, ya que es algo que no necesita tanto razonamiento y sí mucho más
instinto. Entonces, es lógico que mientras creas no tengas tanta conciencia
como en otros momentos.
D.H.: Quería preguntarte una
duda que tengo desde hace bastante tiempo: ¿es cierto que los músicos tenéis
una mentalidad muy ligada a las matemáticas?
L.N.: Mira, yo en la escuela era horrible en las matemáticas y las
odiaba, pero sí es cierto que la música y las matemáticas están muy
vinculadas. Lo que pasa es que puedes escoger entre la música entendida como
matemáticas o las matemáticas de manera musical, que es la opción que he
escogido yo. Aun así, todo depende del estilo que toques: en la música clásica,
por ejemplo, todo tiene que estar ligado y escribes para voz y para muchos
instrumentos. Para eso se necesita ser capaz de dividir tu cerebro en muchas
partes y ver las partes por separado en vez del conjunto. ¡Un cerebro más de
mujer, por así decirlo! (Después de esta frase, ambos nos echamos a reír)
D.H.: ¿Sientes especial
predilección por un estilo y un género musical en concreto, o te mueves entre
distintos estilos?
L.N.: Siempre me ha encantado el pop, pero ahora he entrado
completamente en el jazz. Además, en la casa donde vivo hay un chico de Sevilla
que escucha flamenco casi siempre y mi madre canta lírica, canta opera,
zarzuela… Tengo todo tipo de referentes y por eso me gusta todo tipo de música,
todo, cualquier estilo o tema que tenga calidad musical. Como estoy las 24
horas escuchando música, sé apreciar la calidad musical en otro tipo de
profundidad, a otro nivel, no me quedo solo con la primera impresión. Intento
captar los matices, apreciar el esfuerzo que se ha invertido, los instrumentos
que se han usado, cómo se enlazan unas voces con otras…
D.H.: ¿Y cómo te sientes al
haber conseguido todo lo que tienes actualmente?
L.N.: Siento que… Que me queda tanto por delante, que tengo músicos
a mi lado que son tan buenos, que tengo tanto por aprender y que nunca sabes,
en el arte, hasta qué punto podrás dedicarte a ello, de quién dependerá, si
depende de ti o de tu imagen, de las decisiones que tomas… Es una carrera muy
insegura para la que tienes que tener fe en cosas de las que nunca estás
seguro/a. Pero creo mucho en el destino y en lo que le toca a cada persona.
D.H.: Ya por último, si tuvieras
que quedarte con tres artistas musicales, ¿con cuáles te quedarías?
L.N.: Primero cogería a Joni Mitchell, porque ha cumplido mi
objetivo a largo plazo que músicos buenísimos, como Jaco Pastorius, quieran
tocar mis temas junto a mí. Ella segurísimo. Después, seguramente elegiría a
Miley Cyrus, porque por encima de todo el comercio que se ha hecho alrededor de
ella y por todo lo que envuelve su fama, me sigue pareciendo una artista muy
auténtica consigo misma, una voz diferente y reconocible y que se sobrepone al
producto que han creado a partir de ella. Y finalmente Jimi Hendrix.
D.H.: Muchísimas gracias por compartir parte de tu tiempo para esta entrevista, Laura. ¡Mucha suerte en todos los sentidos y hasta pronto!
L.N.: ¡De nada, muchas gracias a ti!
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