Según los resultados de un ensayo realizado por la Asociación Estadounidense de Psicología, un 70% de nosotros somos capaces de aplicar una descarga eléctrica a otra persona con el simple aliciente de tener permiso para hacerlo. Desalentador panorama, ¿cierto?
Para obtener el permiso para realizar dicho ensayo, la Asociación tuvo que comprometerse a utilizar actores para que simularan sentir dolor ante las descargas, puesto que [¡lógicamente!] no se les daba permiso para utilizar conejillos de indias para que recibieran auténticas descargas. Los estudiantes que participaron en el ensayo en el papel de torturadores, con todo, no sabían que se trataba de un montaje, y, pese a que los autores del experimento les habían dicho que podían irse sin riesgo alguno de perder los 50 euros con que se les premiaba por participar, prefirieron quedarse y aplicar las [ficticias] descargas a los "torturados". Almas cándidas...
Está claro que, en vista de noticias así, no cabe más que agachar la cabeza y reconocer que, en lo que a la condición humana se refiere, hay que dar la razón tanto a Plauto como a Thomas Hobbes:
Homo Homini Lupus.
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